Ciudadanía y búsqueda de identidad
By Guillermo Tovar Silva.
—Soy yo, soy yo…,
reafirmando su identidad, decía el joven centauro Newton al poderoso Hércules
en un viejo comic de la televisión. Al igual que aquél pequeño centauro fiel
compañero de aventuras del héroe, muchas personas, hoy parecen necesitar
expresarse de igual forma. Perdidas en un enjambre cultural y
comunicacional que se impone cada día en
la realidad, precisan encontrarse y definirse mejor en un planeta cada vez más
globalizado con la aparición de valores, antivalores, interpretaciones y
creencias específicas que ahora se comparten casi de forma inmediata en todo el
mundo.
Lo más básico,
singular, particular y local que se puede decir al cuestionarnos ¿Quién soy? No
puede ser otra cosa que: “Soy un ser humano”. Luego vendrán demás adjetivos o
complementos circunstanciales cada vez más amplios como: hombre o mujer,
sanjuaner@, caraqueñ@, venezolan@, latinoamerican@, árabe-español,
romano-latino, y así por esta vía, llegar a la conclusión de ser ciudadanos de
un mundo que siempre ha sido globalizado. Esto debido a que, más allá de las
recientes definiciones de globalización, el mundo de facto, ya ha sido
globalizado desde el mismo momento de la expansión, del conocimiento, del
comercio y la economía mundial, de los movimientos migratorios y de la geografía.
Y es que observando
el fenómeno de cerca. El ciudadano se globaliza cuando sale de su barrio o
parroquia hacia otros lugares de la ciudad, y desde ésta su ciudad y su cultura
inmediata, hacia otras grandes ciudades lejanas con otras realidades sociales,
económicas y culturales. Y más amplitud adquiere todavía, cuando sale y conoce
otras culturas e idiomas totalmente diferentes. Visto así, decimos que la
globalización es un fenómeno benefactor casi inevitable, que hace trascender
nuestra individualidad hacia fronteras de conocimiento cada vez más amplias.
Quienes por alguna
razón se quedan en lo local y particular, corren el riesgo de estancarse o
limitarse al detener lo que debería ser un moviendo natural hacia la expansión
cultural, explorando y respetando claro está, las diferentes culturas, usos y
costumbres. Es evidente que las personas que quedan herméticamente en-cerradas
en viejas culturas o tradiciones, no exhiben las mismas ventajas de aquellos
que avanzan hacia horizontes culturales y ciudadanías más amplias.
Cabe preguntarnos:
¿Acaso evolucionará más su vida, un niño que quede en su barrio limitado por
años sin ampliar horizontes más allá de su cultura local, o lo hará más aquél
otro niño, que viaje y se mueva -por cualquier medio sea libro, radio, película
o Internet- conociendo diferentes realidades, o que pudiera llegar a viajar a
países donde adquiriera otros conocimientos, idiomas y culturas? Nos parece
evidente que aquel que se mueva y experimente más, obtendrá un mejor/mayor
desarrollo humano y social.
En este sentido,
cuando analizamos la llamada glocalización, -término prestado de la publicidad
y la mercadotecnia que refiere a la adaptación realizada en ciertos productos
de consumo globalizado para determinados gustos, preferencias y costumbres
culturales de consumidores locales- se trata de un concepto que combina el de
globalización con el de localización o localidad, y que tiene por principio
“pensar globalmente y actuar localmente”.
Por otra parte,
observamos que la glocalización o glocalidad también puede ser positiva como
advertimos de la globalización, pero ahora desde un sentido inverso;
considerando el proceso, ya no desde lo globalizado que se adapta, incide y
modifica lo local, sino más bien desde lo local que sale y se difunde
haciéndose global. Ejemplos de este proceso es el sushi japonés, los pantalones
jeans, la hamburguesa, el kárate o el judo, que de locales, llegaron a ser de
consumo globalizado en todo el mundo. En realidad se trata de procesos que
pueden llegar a ser bidireccionales, según sea la experiencia social, la mayoría
de las veces económica, ya que lo económico es un acicate poderoso que mueve y
expande al hombre económicus.
El punto importante
-vistas la globalización y glocalización como fenómenos sociales más allá de lo
económico- son sus implicaciones en las culturas, costumbres, razas, géneros,
religiones o ideologías. Implicaciones que en la evolución y el desarrollo
social de los individuos como personas, con una identidad propia (personalidad)
y una ciudadanía ampliada, requieren de una planificación estratégica concreta
que determine el uso de ciertos y apropiados instrumentos persuasivos para
lograr un cambio de conducta favorable en las personas y la sociedad en su
conjunto.
Se trata de la
ampliación de fronteras tangibles e intangibles signadas por nuevos
conocimientos y la adopción de nuevas actitudes, costumbres y culturas
enriquecidas de conciencia y valores ciudadanos para una mejor convivencia
social. Cambios de conciencia que precisamente se deberían lograr, mediante la
aplicación de aquellos instrumentos comunicacionales persuasivos que pro-muevan
al cambio individual y social, con sus específicas estrategias y metodologías
para a influir en el comportamiento de las personas; y que con su accionar les
induce a “salir del estanque”, a “crecer”, a expandir sus valores mejorando sus
actitudes y conductas sociales, elevando así su condición personal localizada
hacia una visión más amplia y global, en una sociedad cada vez más
evolucionada.
Más allá de una
intención moralizante, este artículo trata de llamar la atención para la
reflexión y comprensión sobre un hecho: el desarrollo, crecimiento y expansión
de la persona, dependerá de su voluntad, esfuerzo y libertad de acción.
Voluntad y esfuerzo dependerán de ella, sin embargo, la libertad de acción dependerá
también de otros factores como: disponibilidad de dinero -porque es diferente
viajar y conocer a placer con libertad y dinero que viajar como desplazado y en
pobreza-. Limitación derivada de regímenes políticos, culturales o religiosos
que convenientemente prefieren mantener todo básico, local. Y al respecto,
cabrían ciertas interrogantes:
En estos tiempos de
globalización social, ¿Debe todavía la mujer ocultar su rostro detrás de
burkas? ¿Es admisible aún la ablación del clítoris en las niñas en algunas
culturas? ¿Es aceptable la violencia y discriminación contra la mujer como si
no valiera nada, sólo por cultura o religión? ¿Es aceptable el abuso, trabajo y
prostitución infantil? Al hablar de inducción de la conducta social y ciudadana
para un mejor desarrollo de la sociedad llena de valores; resulta
imprescindible considerar la libertad de pensamiento y actuación, que no se
pueden ni deben perder, y sin embargo, los fines de socializar y educar para la
erradicación de conductas nocivas para el individuo mismo y la sociedad, deben
por principio, buscar influir e incidir en y para la libertad de ser y estar
con la dignidad que al día de hoy correspondería vivir en el mundo. Y así poder
decir dignamente: Yo soy…
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