Víctor “Kasino” González

Víctor “Kasino” González
By Guillermo Tovar Silva. 



“No creo en las razas, creo en una sola raza que es la humana”


Intérprete musical, deportista y filósofo de vida. Su espíritu se ve vibrar ora con la batería, ora con las tamboras, y sin embargo, se siente rocanrolear más con lo humano, con lo social. 
Es domingo por la mañana, y vamos al encuentro con el legendario Kasino. Son las 10:30 y el sol resplandece con su luz atemperada ya, por el clima del norte que transcurre camino a la temporada decembrina. Son tiempos de siembra.
Nos adentramos en un bello sector, fresco y a veces un poco montaraz, de San Antonio de los Altos, lugar de residencia del músico rockero. Después de varias sinuosidades de una calle bastante larga y empinada, finalmente llegamos a su casa, la cual flanqueada por una hermosa loma baldía, invitaba a quedarse por más tiempo de solaz entretenimiento. Como compinche, nos recibe con un calor y una empatía que dice mucho de un ser sencillo y bastante abierto a la conversa interesante, como seguramente diría él.
Entrado en años, delgado pero fuerte, de mirada franca y directa, igual que su palabra, tal como comprobaremos más adelante. Exhibiendo un rostro enjuto coronado de larga y frondosa melena plateada, que nos deja a ratos, una sensación de estar frente a Willie Nelson, sin la bandera Americana, eso sí. Este hombre que recién conocemos, nos hace pasar cariñosamente a su hogar como si de viejos conocidos se tratara. Es Víctor González, ampliamente conocido como Kasino desde su ya, bastante alejada adolescencia, cuando por sus “tremenduras”, sus amigos lo bautizaron con el aventurado sobrenombre.
Con diligencia nos ingresa a un amplio lugar, lleno de sus tesoros, como en algún momento nos dejó entrever. Una especie de taller de trabajo, con sus varias bicicletas. También, depósito para ciertos instrumentos como su preciada batería, que tuvo a bien descubrir de su manto protector para que la pudiéramos apreciar. Un tambor mina que vimos parado por allí, variadas herramientas de trabajo, y sus viejas pesas de hacer ejercicio. Allí nos acomodamos improvisadamente, entre comentarios informales que dieron inicio a nuestra conversación, y el aparentemente tácito acuerdo de que todo era absolutamente natural y cómodo para nosotros.

Con la música por delante
¿De dónde te salió el gusto por la música, fue por influencia familiar, por tus amigos, por influencia musical de la época o qué?   
—Cruza los brazos, se concentra, eleva su mirada reflexiva y dice: Estee… Yo pienso que de las dos formas, porque, acuérdate que en las casas típicas venezolanas, era muy difícil tener un piano, había que tener mucha platica y era algo más como un estatus, no sólo en esa época sino en la antigua, desde la colonia, y bueno, siempre hubo un cuatrico o una maraquita. Era muy rara la casa del venezolano como tal, que no tuviera algún instrumento musical, y yo tuve la influencia del cuatrico, en ese momento.
—Abordando el tema, Kasino relata que: …El gusto por la música fue con los tambores, puesto que mi padre, en aquella época era director de Consejo Venezolano del Niño... —De momento— interrumpimos el hilo con derivaciones conversacionales hacia otros rumbos que fueron, desde sus aficiones donde “los perros se pasean solos” y “la bicicleta es mi vida”, hasta deambular por varios pasajes que fueron de la Biblia, al Che Guevara. Pasando por “la juventud un poco perdida en el sinsentido de lo superficial y banal”, que para Víctor además, necesita un “darse cuenta de”… “Que el hogar lo llevas tú, y no es la casa, es el calor humano, son las cosas de bien que te llenan la vida”…
—Entonces, en un repentino paroxismo de realidad, volviendo a lo dejado atrás, recuerda: …Tú me habías preguntado, mi contacto con la música... En realidad fue a muy temprana edad, cómo a los siete u ocho años, mi padre me llevaba, cuando yo estudiaba en el colegio Santiago de León de Caracas, que era un colegio “bien”, de alcurnia… Y mis amigos, armaban camping en Estados Unidos o Europa. “Esteban” —(éste), señalándose para referirse a sí mismo— se iba para los camping nacionales del Consejo Venezolano del Niño, cosa que le agradezco a mi padre ¿Por qué? Porque así como estudié en colegio de ricos, no me crio en una campanita o capsula de cristal, sino que me ponía mi uniforme de caqui, hermano, y mis boticas de preso, y así me lanzaba de camping, para La Guaira donde había de eso, o para Guatire que también había... Y recuerdo que fue una mina (tambora), una mina que no estaba montada en su trípode sino recostada en un cumaco (tambor) que es más pequeño, hechos de palo de aguacate. Y ahí, fue mi primer contacto con los tambores y con la música.     
—De esta temprana experiencia, no derivaría directamente su adopción definitiva de la batería como instrumento con el que más trabajaría su música rock. Sería más adelante, con la experiencia de vida por venir y las buenas juntas, como les ha dicho él, al hablar de los grupos de los que formó parte.
Las cosas de bien y una filosofía de izquierda
—Y de aquella época a ésta, comparando las cosas y rutinas de antes y de ahora, ¿Cómo sientes que te han cambiado?
—Sonriendo, y acariciándose burlonamente la barbilla, me mira diciendo: “Lo que más ha cambiado es este cuerpecito mío que ya lleva sesenta y seis años encima”. Y sin embargo,  lo que si siempre hago religiosamente, son mis ejercicios de barras, con los que me mantengo y no dejo de hacerlos semanalmente, además de un poco de yoga.
Lo demás —continúa— ha seguido adelante, y por supuesto que ha cambiado. He hecho mi familia. Tengo mi mujer y mis hijos que se han formado excelentemente, y son deportistas de parapente, y también músicos. “Benjamín por ejemplo, es quien ahora dirige la última banda que hemos formado, la Kasino Banda de Rock” —Y agrega, un poco melancólico—  “Yo, bastante he sembrado, ahora ya quiero cosechar”.
Cuenta Kasino que su padre le sembró el deporte y la lectura... “Me decía que tenía que instruirme «y no es que vayas a la universidad y te gradúes» decía él,  «sino que todo está escrito, en política, en economía, en religión, en todo… así que lee Las venas abiertas de América Latina» Ese era mi padre, gracias a Dios”. —No puede evitar Kasino emocionarse, y viéndose un poco afligido, comenta— “De él me quedó eso, y de mi madre que era católica, apostólica y romana, me quedó sin embargo, la apertura y la libertad religiosa sin dogmatismos y obligaciones innecesarias”.
Musicalmente hablando
¿Y qué de La Misma Gente… hablamos ya del final?
Por diecisiete años toqué con el grupo LMG, quedaron dos premios y cuatro discos... Para mí fue de la mejor experiencia. Desde que nos conocimos hicimos llave y nos llevamos muy bien. Pero el tiempo pasa. PTT (Lizardo) enfermó e Ike (Lizardo) se fue al norte. Así que hubo que seguir adelante con otros proyectos.
Kasino tuvo un tiempo con otra banda, La Reunión, pero ya pasó. Este es el fin del relato, pero no su final, porque él ahora todavía continúa rocanroleando con su nueva Kasino Banda de Rock.




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